En la actualidad damos mucha importancia al rendimiento, a la productividad y los niños no se libran de la prisa, de estar a la última, del imperativo de ser felices o de la obligación de ser eficientes.
En nuestra sociedad ser niño consiste en estar hiperestimulado y en acción constantemente, ya que estar descansando o aburrido se considera improductivo. Los padres tienen mucha presión para que sus hijos triunfen. El hijo es un proyecto de los padres, que se transforma en un producto que hay que gestionar.
Hace tan sólo algunas décadas atrás, la infancia se basaba en tres pilares: la educación, la familia y la amistad, y en cada una de ellas se incluía el aspecto lúdico. Hoy en día la sobrecarga educativa es prioridad, y parte de la identidad de la infancia, se pierde en la vorágine de actividades. La niñez pasa por la estimulación y los adultos suelen animar a los niños hacia la acción.
Consecuencias negativas de la hiperestimulación
En el consultorio psicoterapéutico cada vez son más los niños que se presentan con trastornos de ansiedad generados por la hiperactividad y la estimulación excesiva. Si la meta es dar y brindar herramientas eficaces para garantizarle a los niños una adultez plena, el estrés y la ansiedad que genera la sobre carga de ocupaciones no es la respuesta. El derecho a la infancia es fundamental para generar un crecimiento sano.
Los niños necesitan recuperar el espacio de juego, de descanso. Las familias necesitan replantearse y regular las exigencias, pensar que la infancia viene de la mano de la inocencia, la ingenuidad, la espontaneidad, y que es necesaria ser vivida de la mejor manera posible.
Acompañar a los niños, escucharlos y educarlos, en lugar de sobre ocuparlos, son algunas de las claves para fomentar los valores que se convertirán en sus cimientos para crecer. Los más pequeños tienen que tener el gusto por aprender, y la auto realización que supone llevar algo a cabo, con éxito, o sentirse talentosos. Porque cuando tú conoces esa sensación de pequeño, luego de mayor eres capaz de elegir lo que te gusta.
Los padres necesitan relajarse y ser equilibrados con el niño a la hora de demandar resultados en aquello que realice y en las exigencias que se le piden. Haciéndole entender que lo aman incondicionalmente, no importando si logra o no logra objetivos. No tenemos que educar un hijo perfecto, sino criar personas y la infancia es una etapa clave para conseguirlo.